18/09/2021

18/09/2021

VIAJES



VIAJES
Desde que el proyecto CADMIO echó a andar (muy a finales de los ochenta), hemos ido visitando distintas ciudades europeas (con excepción de los dos viajes a Nueva York) buscando especialmente sus museos de pintura y algunas galerías de arte, para ver in situ las obras pictóricas que tanto admiramos y poder valorarlas en sus distintos entornos.
La lista  de museos clásicos, modernos y contemporáneos es bastante prolija, por lo que sólo haremos referencia a las ciudades visitadas.


2016: Viena








Arriba nos veis paseando por el Jardín Botánico, a tiro de piedra de Princes St., la calle más emblemática de la ciudad. Abajo, delante del monumento al ilustre escritor escocés Walter Scott, después de haber visto la National Gallery.

Si visitáis esta ciudad, no os perdáis la "cabeza rafaelesca estallado" de Dalí de 1.951 que alberga la Dean Gallery, así como una pequeña e interesante colección de Vuillard y Bonnard, 

y la estupenda colección de arte europeo de la Galería Nacional, con "la vieja friendo huevos" de Velázquez presidiendo la pequeña colección de arte español.

 


La oferta pictórica es amplia y variada con respecto a la mayoría de las capitales de provincia del resto de España. 


Nos encontramos con el, ya bien conocido, Museo de Picasso, el Museo de Carmen Thyssen -tan especial y agradable de ver para aquellos que disfrutan pintando y viendo pintura-, el Museo que alberga la Casa del magnífico escultor del siglo XVII Pedro de Mena dedicado al controvertido Revello de Toro, pintor de estética convencional y burguesa hecha con oficio, en los antípodas del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, una propuesta siempre arriesgada en nuestro país.




En nuestro viaje a Munich no pudimos disfrutar de las obras del grupo expresionista Der Blaue Reiter (El jinete azul) por encontrarse cerrada por obras la galería municipal Lenbachhaus, pero, tanto las piezas de la Alte Pinakothek como las de la Neue Pinakothek, saciaron con creces nuestra necesidad de ver pintura de primera calidad.
El impresionante Durero que en una sala de la Alte Pinakothek te escruta con la confianza -hoy en día inalcanzable- del hombre renacentista conocedor de su talento, nos hace comprender la mentalidad de una época


En esta equilibrada Galería de Pintura -tanto por su tamaño como por su contenido- puedes descubrir la faceta más amable, pero por ello no menos intensa, de uno de los pintores españoles más emblemáticos: Murillo. Sus impresionantes cuadros de "rapaces" en holganza festiva habría que igualarlos, en su hedonismo, con los que se pintaron en la Holanda de la época. 


En Baviera no podemos obviar la obra singular de Albercht Altdorfer, por ser pintor nativo de la zona. Su "Batalla de Issos" demuestra como, en el Renacimiento alemán, los sueños invadían el paisaje. 


No podemos despedirnos de tan armoniosa colección de pintura sin buscar en un pasillo lateral acristalado otro autorretrato fascinante. El pequeño cuadro de Rembrandt denota otro carácter bien distinto al que presentaba Durero; ya no hay confianza sino sospecha, quizá porque el sol había dejado de ocupar el centro del universo. 




La Neue Pinakothek -más irregular que la anterior- brilla al final de su recorrido con un estallido impresionista y, especialmente, posimpresionista y simbolista.
En ella podemos contemplar, al margen de otras piezas exquisitas de ese periodo, uno de los cuadros de Van Gogh más deslumbrantes y preciosistas, así como un Gustav Klimt de igual talante.




También tuvimos la oportunidad de contemplar una espléndida exposición temporal 


FRAUEN

PABLO PICASSO, MAX BECKMANN, WILLEM DE KOONING

30.03.2012 - 15.07.2012 
PINAKOTHEK DER MODERNE 
SAMMLUNG MODERNE KUNST



Una visita a esta ciudad, donde inmediatamente se percibe su calidad de vida -por lo confortable de sus casas, por la abundancia de zonas verdes y por las costumbres de sus ciudadanos- parecería incompleta sin rendir debida pleitesía a uno de sus más conocidos monarcas que, curiosamente, en vida, menos cariño despertó entre sus subditos. 

En consecuencia, el viaje al descabellado castillo de Scholss Neuschwanstein, que mandara construir Luis II -el rey loco-, parece inevitable. 
Simplemente, la contemplación del paisaje compensa el ritual.

Otro ritual obligado es la visita a la cervecería HB para beberse, al menos, un litro de la típica cerveza bávara. Éste, podríamos decir, que se trata de un ritual eticamente incorrecto por tratarse del lugar donde las arengas nazis insuflaron insensatez a los ciudadanos de Munich y  fueron el origen del periodo más triste que ha vivido la humanidad en los últimos tiempos.


 

Este fue, a grandes rasgos, nuestro recorrido.

El viaje a Nápoles, donde, cosa sorprendente, no vimos pintura -salvo los techos y las teselas del Museo Arqueológico y los frescos de una casa de Paestum-, tuvo toda la emoción que produce contemplar el arte clásico en estado puro, fuera de los museos. En el lugar que le corresponde por derecho propio.  



Recuerdo de Ana del Olmo en su ambiente favorito: El Mediterráneo






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